Xosé Comoxo
(...) En Rianxo vivían las hermanas, siempre pensando en Daniel, siempre
rezando por Daniel ¡Tan solo y enfermo allá en Buenos Aires! Desde la mañana a
la noche, desde la misa del alba hasta después del Rosario, apenas les quedaban
tiempo a las hermanas para sus quehaceres, porque eran interrumpidas,
interrogadas a cada momento, a cada instante...
-¿Sabedes algo de Daniel?
-¿Escribeu Daniel?
-¿Vai mellor Daniel?
Y ellas decían que si, que iba mejor Daniel, porque
Daniel las engañaba piadosamente, mandándoles decir por cuanto marinero de
Rianxo tocaba en Buenos Aires “que non morrería alá”. Vendría en cuanto le
operasen. Estaba dispuesto un avión, fletado por media docena de amigos riquísimos,
para llevarle a operar a Nueva York. Los cirujanos yanquis, escribía Daniel,
tienen las manos de don Ángel Baltar, y una técnica y un instrumental
prodigioso. Seguro que le curarían, y en el mismo avión vendría a Rianxo, para
la Guadalupe...
Cuando se aproximaba septiembre una nueva carta
rectificaba a la ilusión. Para esta fiesta de la Virgen de la Guadalupe aun no
lo habrían operado, pero para la próxima Guadalupe ya estaría allí, dispuesto a
ver bailar la danza de las espadas que inventó el boticario nuevo...”
No hay comentarios:
Publicar un comentario