domingo, 27 de diciembre de 2009

LA ERA DEL SIN

Máximo Sar


En todas las fotografías que conservo de finales del XIX y principios del XX, no tengo ni una en que aparezca un hombre sin sombrero, o pajilla, y sin poseer una espesa barba o un bigote corniveleto, como el de Dalí. Ya antes de la guerra civil empezó a mostrarse la cabeza descubierta, con raya a la izquierda y cabellera hacia la nuca, rociada con abundante “Fixol”, que era el fijador de entonces, al estilo de Gardel que, además de su peinado, también consiguió extender el tango por todo el planeta.

A raíz de producirse tal fenómeno, se organizaron intensas campañas para atajarlo, porque el sinsombrerismo provocó el cierre de muchísimas fábricas y talleres y dejó en la calle, a pan pedir, a miles de familias que vivían de esta actividad; lo cual nos demuestra que el pinchazo de la burbuja inmobiliaria tiene antecedentes, no es un invento de ahora.

Las que no sufrieron quebranto fueron las peluquerías, que continuaron cortando cabelleras en todo tiempo, tanto en la era Gardel como cuando se pusieron de moda las melenas.¡Esta si que fue revolución! Como todo el mundo sabe fueron los Beatles, que allá por el mil novecientos sesenta y pico, osaron presentarse en público, con una pelambrera hasta los hombros, para entonar sus exitosas canciones. De pronto, todos los chavales, huyeron de las peluquerías con la intención de parecerse a los chicos de Liverpool, con lo cual tuvieron que afrontar la ira de los padres, que experimentaron graves alergias, al ver a sus hijos varones con el pelo largo como si fueran núbiles doncellas. Se armaron fenomenales líos en las familias y hasta hubo muchachuelos fanáticos que abandonaron sus hogares con tal de no volver a la moda gardeliana.

Al fin ganaron los peludos; pero el triunfo sacia pronto y, al cabo de unos años, no solamente retornaron al pelo corto, sino que muchos se afeitaron el coco, al cero absoluto, o a lo más dejaron un mechón de cabellos en lo alto, para lucir sobre sus cráneos hueros una apariencia de cresta en technicolor. Así hasta llegar al metrosexual, que se pasa las horas revisando su cuerpo para localizar el menor vestigio piloso y eliminarlo con rabia. Son los abanderados del “sin” total.

Yo, desde que tengo uso de razón, por propia incapacidad o por imperativo de las circunstancias, viví en constante estado carencial, que se acentuó en los funestos años de la contienda fratricida. Entonces era un mozalbete y fumaba cuando me topaba con mi amigo Pegino, que me daba unos cigarillos rubios, de Virginia, que eran la gloria; pero cuando él no estaba, tenía que recurrir a sucedáneos, como las barbas de millo, las flores secas de la magnolia y, como último recurso, hojas de periódico, principalmente las cabeceras de “Faro de Vigo” porque sus grandes letras, como de tinta china, producían un humo similar al de los “mataquintos”, los pitillos más baratos que se podían comprar en los estancos; pitillo de lujo lo elaboraba cuando en dicho diario pillaba una esquela de media página, de algún excelentísimo señor, era como un habano Davidov.

Cuando nuestra guerra civil y, sobre todo, en la posguerra, el sin era la regla general, porque si no tenías una cartilla de racionamiento te quedabas sin suministro y, por otra parte, cuando te daban los productos, a cambio de los correspondientes cupones, te quedabas sin comer, porque no se tragaban, debido a que, una lenta y complicada burocracia, hacía que los sacos de alimentos se pudriesen en los almacenes, pasada la fecha de su caducidad.

A finales de los sesenta empezó a notarse una prometedora mejoría y cuando murió Franco y se instauró una democracia, se disparó nuestro nivel de vida y pasamos de vivir sin comida, sin piso, sin coche, sin lavadora, ni televisor, ni móvil, ni siquiera una querida, a tenerlo todo y muchas veces por duplicado. En cualquier pueblo pequeño, donde el sin era la nota predominante, al llegar la prosperidad se podían contar una docena de multimillonarios, treinta o cuarenta millonarios y 2.500 vecinos que por lo menos contaban con dos viviendas –una en la playa—yate y coche de alta gama.

Y entonces también llegó el vicio, no el de drogarse –que también—sino el de comer; la gente se entregó de lleno a devorar los atrasos y una buena parte de nuestros conciudadanos se pusieron como bolas de sebo, con todo su cortejo de diabéticos, cardíacos, hipertensos, y otros cien mil males. Y ¡lo qué son las cosas!, regresó el sin, no el del gobierno –que prohíbe todo—sino el que nos impuso nuestro médico de cabecera.

Perdonen que me ponga como ejemplo; pero yo, cuando voy a un bar, donde no me conocen, tengo que explicarle a la camarera: ”yo quiero un café sin cafeína, con leche sin nata y, desde luego, sin azúcar. Cuando se trata de mi establecimiento habitual y me preguntan rutinariamente lo qué va a ser, les digo:

--Un sin, sin, sin.

Y ya me entienden.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

RIANXO: OS SUCESOS DE OUTUBRO DE 1934

Por Xosé Comoxo e Xesús Santos


A suspensión dos actos públicos, reunións e manifestacións ordenada polo Goberno, en setembro de 1934, debido aos acontecementos graves polos que pasaba España, obrigou ás Agrupacións Galeguistas da localidade rianxeira a cerrar as portas.


Días antes de ser declarado o estado de guerra, a garda civil, con motivo da alarma producida por un suposto alixo de armas na vila, levara a cabo varios rexistros en domicilios de persoas relevantes. Non só por ese motivo, senón tamén polo clima tenso que se vivía (e incluso polos severos castigos que a Lei Marcial impoñía), os galeguistas debían suspender as actividades políticas. Sen embargo, as xuntanzas dos amigos, comprometidos politicamente, seguían. Nese sentido, o estado de guerra non influíu grandemente neles, xa que eran sabedores de que a garda civil do posto fora destinada a Ribeira ao proclamarse a Lei Marcial. Incluso un grupo de veciños saen a cantar na noitiña do 13 de outubro (ao igual que fixeran a triste noite de San Xoán de 1931). Na localidade tan só quedaran encargados da orde pública os carabineiros.


Neses momentos os supostos comentarios dalgúns mozos, nos que revelaron a súa intención de incendiar varios edificios da localidade (igrexa parroquial, casa-cuartel da garda civil e edificio consistorial), así como os berros na rúa proferidos por eles con vivas ao comunismo libertario e cánticos da “Internacional”, chegaron a coñecemento da Benemérita por confidencias reservadas.


O mesmo día 15 de outubro ao anoitecer trasládase a Rianxo, desde Ribeira onde estaba concentrado, o comandante do posto, Juan Reyes Doblado, xunto cos gardas civís Marcelino Prieto Zapico, Claudio Alarcón Moreno, Bernardo Méndez Rego, Nicolás Lojo Laíño e Emilio Rodríguez Gil, coa intención de practicar as xestións necesarias e descubrir aos autores desas supostas ameazas. Sabían ben a onde debían dirixirse, non só por coñecer a cada un dos posibles culpables, todos militantes galeguistas, senón polas acusacións recibidas de certas mulleres que, ao menos en dous casos, estaban vinculadas á garda civil. O propio Juan Reyes citará, entre outras, a Juana, criada do crego Don José Benito Fariña, a Carme Rodríguez e a Carme Cambeses.


Carme Rodríguez, declarara: “que el día 13 del corriente, estando en la fuente a coger agua oyó que del grupo formado por unas cuantas mujeres que esperaban su turno sin poder recordar quien fue a causa de la confusión por estar todas hablando al mismo tiempo, que una mujer decía que iban a poner tres bombas: una en el Ayuntamiento, otra en el Cuartel y la tercera en la Yglesia”


O 16 de outubro, os inculpados ingresan no cárcere, primeiro en Rianxo e logo en Santiago, a onde foron conducidos pola garda civil de Ribeira. Castelao ao decatarse, pasado un tempo e cando estaba desterrado en Badaxoz, comentaralle por carta a Otero Pedrayo todo o acontecido.


Serán procesados, “no en virtud de simples indicios, sino a causa de cargos concretos” que figuran nas declaracións das delatoras antes mencionadas; ademais de ser todos “sujetos de pésimos antecedentes y de ideas extremistas”, segundo lle notificou o capitán xuíz instrutor de Santiago ao auditor de guerra da 8ª División Orgánica da Coruña. Tratábase de Manuel Abuín Alcalde, Ricardo Abuín Alcalde, Alfonso Arcos Tubío, Candidito González Rañó, Vicente Tubío Rodríguez, José Fachado Lesende, Benito Rial Fungueiriño, Luís Rial Fungueiriño e Sixto de Aguirre Garín (detido na súa residencia de Imo-Dodro). A nómina de encarcerados increméntase o 10 de novembro, con Manuel Rodríguez Castelao e José Losada Castelao “os Insua”, reclamados polo xuíz instrutor de Santiago.


Non tardarán en comezar os interrogatorios e os rexistros domiciliarios.

domingo, 20 de diciembre de 2009

O LOBO DE MAR



Por Máximo Sar


O poste da lus

co vello cruceiro

a tasca de Crus

co cumio do outeiro.


Eusebio emprestoume a dorna

e doume tamén a “marca”

sen a cal non colle nada

quen queira pescar en barca.


Dende o porto de Palmeira

púxenme axiña a remar

e mesmo ó pillala “marca”

guindei a poutada ó mar.


Alí se enfiaba a lus

cun antigo cruceiro

e a taberna de Crus

cun penedo do outeiro.


Uns doce metros de liña

larguei cun camarón;

pero, pasaron as horas,

sen notar nin un tirón.


Cansado voltei ó porto

onde un vello mariñeiro

preguntou, con moita sorna,

¿traes ben cheo o caldeiro?.


--Non collín nin un piallo,

nin sequera un calamar.

--Non te alporices, rapás:

¡hoxe non había mar!


Tenteino ó día seguinte

por ver se tornara a sorte,

e tampouco matei nada,

¿Sería o vento do norte?


Outra ves topei ó vello

e con el fun platicar,

e díxome, con sabencia,

¡--hoxe había moito mar!


jueves, 17 de diciembre de 2009

lunes, 14 de diciembre de 2009

LARPEIRADAS EN CATOIRA



Por Máximo Sar

Lo que procedo a contar, sin dilación, ocurrió a finales de la década de los 50 y principios de la siguiente cuando la “Casa Emilio”, que se ubicaba muy cerca de la estación del ferrocarril gozaba de su mayor prestigio, ganado a fuerza de amabilidad y buen hacer. Por aquel tiempo, yo iba mucho por allí, a reunirme con mi gran y desaparecido amigo Baldomero García Miguéns, más conocido por Merucho, y nuestros menús, elaborados por Sofía y su madre, consistían básicamente en marisco, sollas del Ulla y pollo de corral asado, de los que sólo queda el recuerdo y, de postre, nos ponían una especie de tarta hecha con galletas, licor y chocolate, fría de la nevera. Una delicia, cuya autora era Pepita Moure, una artista en cosas de cocina y una mujer vitalista, alegre, guapa y simpática, que un aciago día se murió de una enfermedad fulminante, y a todos sus amigos se nos rompió el corazón.

Una de las especialidades del restaurante era la lamprea a la bordalesa, que les salía perfecta, lo que atraía a muchos aficionados, algunos de Santiago, como el finado profesor Abuín de Tembra, que entonces trabajaba en Peleteiro, y otros amigos, entre ellos Tojo, fallecido también prematuramente. En aquel comedor solía ser frecuente encontrarse con otros personajes muy conocidos, como el cura Alfredo Corredoira, un tanto pintoresco y preconciliar, que murió atropellado en Padrón por un autobús de línea; Giráldez, diputado autonómico por el PSOE y secretario de Juzgado, hoy jubilado; Pepe Vázquez, médico municipal, dibujante, siempre alegre y optimista.

“Casa Emilio” celebraba bodas y banquetes, en un enorme salón que poseía mismo enfrente, y que decoraban a tono para estas ocasiones. Lo curioso era que, al rematarse la celebración se podía adquirir lo que había quedado en las fuentes, sin servir, todo exquisito –puedo certificarlo—y a mitad del precio normal, de manera que los sábados y domingos, allí solía formarse cola, cado uno con su puchero.

Pasaron los años y las cosas cambiaron. Sofía, enferma de diabetes, se quedó ciega y como es lógico tuvo que abandonar toda actividad y se sentaba al sol, a la puerta de su casa, donde tengo charlado con ella cuando iba por aquellos parajes, para mi tan queridos que los guardo entre mis más apreciados recuerdos. Un hermano de la citada, llamado Jesús y su esposa Pepa abrieron una casa de comidas al lado de un edificio que en algún tiempo fuera salón de cine. Y durante varios años, los funcionarios de los Juzgados de Distrito de Vilagarcía y Caldas de Reis, organizábamos allí una gran lampreada, a la que jamás faltaba el Juez de Paz de Rianxo, el inefable Pepe de Leiro, una gran persona que gozaba del afecto de todos los que lo tratábamos, que éramos muchos, y que también pereció trágicamente alcanzado por un ómnibus del que descendía en una plaza rianxeira.

En aquel espacio urbano se concentraba la vida de Catoira, pues en él coincidían la parada de taxis, el cine a que nos referimos y que estaba cerrado hacía muchos años, los dos bares-restaurantes de que hemos hablado y un balneario, que yo conocí inactivo y, posteriormente, en funcionamiento, cuando su propietario, que era Dios de apellido, un catoirés que tenía un restaurante en la carretera Madrid-Galicia, lo rehabilitó modernizando las instalaciones y la gente volvió a curar sus dolencias dérmicas, con los baños procedentes de dos manantiales, que se llamaban Laxiña y Recarei, que a principios del siglo XX estuvieron muy de moda y hasta se organizaban bailes públicos en la plazuela para que los agüistas se divirtieran.

El propio andén de la Renfe era polo de atracción para las bellezas del pueblo, a fin de lucir sus atractivos ante los viajeros asomados a las ventanillas, que a veces se admiraban con la insólita presencia del presbítero Rei Romero encendiendo el pitillo con un chisquero, del que colgaba una mecha que arrastraba por los suelos. Lo que no sabían los viajeros es que estaban ante uno de los primeros poetas gallegos.

La cantina de la estación, que era importante centro de esparcimiento, con Segundo Rodríguez tras el mostrador, albergaba nada menos que la Secretaría del Ateneo del Ullán, asociación que contaba con doble presidencia: el mencionado Rei Romero y Baldomero Isorna, que era Procurador de los Tribunales, en Madrid, donde residía, acudiendo a Catoira los veranos y en fechas señaladas, aparte los demás que conformamos el núcleo del que partió la iniciativa de la viquingada.

Ya mucho antes de ésta, los vecinos de la villa seguían la sana costumbre de celebrar divertidas larpeiradas, en días señalados, a la sombra de las Torres de Oeste. Llegaban portando cestones rebosantes de apetitosos manjares locales y tradicionales, extendían los manteles bajo los loureiros, las familias intercambiaban tajadas, bebían, cantaban y bailaban, a veces con gaiteiro y todo.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

EL LUNES, DÍA FATAL


Por Máximo Sar


Hace muchos años que un hermano mío se fue a vivir a Frankfurt y, cuando viene por aquí, uno de sus temas de conversación es el de la diferencia de costumbres entre ambos países; por ejemplo, en Alemania se emborrachan los viernes y los sábados y el domingo beben agua, pasean con sus señoras y los niñitos y se acuestan temprano, para despertar con la cabeza despejada y rendir en el trabajo.

En España, no. Aquí se ensopan también el domingo; es que ni lo piensan: se meten en la discoteca y ya no van a sus casas, se van directamente al trabajo, con los ojos enrojecidos e hinchados, la sesera como una olla de grillos locos y luego se quedan dormidos sobre los teclados de los ordenadores, hasta que se acerca por allí el encargado, que emite un aullido y una amenaza de despido, lo que despabila al empleado, al menos por un tiempo.

La juventud actual, nacida en plena etapa de la basura, descubrió el placer del botellón, eso de reunirse en grandes manadas, en lugares públicos de las ciudades y hartarse de ingerir extrañas bebidas alcohólicas, para rematar beodos, como hooligans, o intoxicados, con final en las urgencias hospitalarias. Me recuerda aquella época, precedente a la II Guerra Mundial, cuando la Escuadra Inglesa recalaba en Arosa Bay, para descansar, tras las maniobras anuales en el Mediterráneo, y desparramaba por la pequeña villa de Vilagarcía a 5.000 marineros, con la única y exclusiva finalidad de embriagarse a conciencia, para lo cual les valía todo, desde el Sherry, que los taberneros preparaban anticipadamente, con pasas e higos en maceración con un vino barato, hasta frascos de colonia, cuyo gollete rompían contra la esquina de la droguería y seguidamente tragaban con la misma delectación que si fuese un gran reserva. Finalmente, cuando ya estaban muy cargados, los atrapaban los componentes de la P.M., y los arrojaban al mar, por encima de la barandilla del puente de hierro y así se despejaban.

Como se ve, los botelloneros no han inventado nada nuevo.

Allá por la década de los 40, cuando Fraga Iribarne iniciaba la carrera de Derecho en la Universidad de Santiago, no había esas aglomeraciones en torno a botellas y garrafas, pero sí grupos de amigos que frecuentaban las tabernas, para saborear los excelentes caldos del Ribeiro que en ellas –no todas—se despachaba a una clientela, bien educada y fiel. Lo de fiel, algo menos, porque tan pronto uno tenía noticia que Ricardo, el de las Huertas, acababa de abillar un barril allá se iban todos, rompiendo vínculos afectivos con el suministrador habitual. Había quien se pasaba en la ingesta, pero eran pocos, muy conocidos e inofensivos.

Los españoles no somos tan disciplinados como los germanos, que sienten lo que hacen como una personal realización y una solidaria contribución al bienestar social. Para nosotros, en cambio, el trabajo es una maldición divina y una cosa mala, porque si fuera buena ya lo tendrían acaparado los ricos. Por lo tanto desconocemos el concepto de productividad, principalmente aquellos que gozan de una ocupación en que no existe un control férreo. Son los que llegan tarde al tajo y se pasan una buena parte de la jornada en el bar más próximo, tomando cafés y fumando cigarrillos. Y el fin de semana, bailongo y mucho alcohol.

De manera que el lunes, cuando entro en los establecimientos donde suelo comprar, me encuentro con que los dependientes—a veces también el dueño—se equivocan al darme el cambio, a su favor generalmente, bostezan seguido y tiene los ojos como patatas, con venillas rojas.

--¿Qué?..¿Qué tal ayer?...Fue buena ¿eh?

--Maldito lunes –contestan—el lunes no debía existir en el calendario.

Por eso los turistas suelen decir que no hay nada como vivir en España. Claro, se topan con un ambiente en el que apenas se da golpe y la gente anda de juerga. Somos así: preferimos divertirnos a cambio de una “áurea mediocritas”, que te permita coche, piso y vacaciones, aunque todo sea hipotecado; y hasta en los últimos años, los grandes millonarios se hicieron sin moverse del bar, sólo comprando y vendiendo pisos o solares. Al rematar la partida, visitaban al Notario, echaban una firmita y ¡hala! 150.000 más que ingresaban en sus cuentas corrientes.

TARAGOÑA: aumenta la emigración (Xosé R. Brea e Xaquín Miguéns, "El Correo Gallego", 19-7-1975)

viernes, 4 de diciembre de 2009

EL TRIUNFO DE LA "MANUELA" (1953)


Por Borobó, 1953

A Juan Manuel Santos, que nos preguntó el viernes, en la Puerta Fajera, si habíamos de ir a ver regatear a la “Manuela”.

Desde el yate más esbelto hasta la dorna más panzuda se fueron concentrando el domingo ante la Playa de Compostela, con el Xiabre al fondo, la mayoría de las embarcaciones de la Ría de Arosa. Predominaban, sin embargo, las de Villajuán y de Rianxo. No faltaba ninguno de los pequeños barcos pesqueros de estos dos puertos. Los de Villajuán venían escoltando al “Carmelo”. Los de Rianxo, a la “Manuela”.

Venían repletos de gente. Había motoras con doscientas personas a bordo, formando apretados graderíos flotantes. Y se iban estacionando de espaldas a Carril, mirando al muelle villagarciano del Ramal, donde estaban loas boyas que señalaban el límite del ámbito de las regatas. Los barcos a vela y aquellos de motor colmados de espectadores fondeaban para mayor seguridad, mientras alguna motora con las autoridades o con los jurados navegaba imponiendo el orden y disponiendo las pruebas. Pero había también motoras ciegas, irresponsables, de veraneantes de tierra adentro sin duda, que trazaban dramáticas eses sorteando los graderíos flotantes, y recibiendo las imprecaciones de los lobos de mar indignados ante aquellas criminales piruetas. Una de las motoras, de color gris plomo, la más ciega y alienable, pasó rozando la proa de la lancha en que íbamos una docena de personas, y chocó contra la popa de la “Isabel”, uno de los barcos rianxeiros más cargados de gente. Afortunadamente sólo le estropeó la regala, la obra muerta. Si llega a chocar de lleno y le abre una vía de agua, el número de víctimas de la tragedia marítima de San Simón, hubiera habido que multiplicarlo por tres o cuatro, o quizá por más, ya que pudieron ocurrir una serie de naufragios en cadena. Puede dar fe de esta cataclismática posibilidad el inspector de Primera Enseñanza y colaborador de La Noche, Don Rogelio Pérez (Roxerius), hacia quien iba ciega, a toda marcha, la irresponsable embarcación.

Una vez tocado este tema previo de seguridad pública, como advertencia ante otras concentraciones navales de carácter estival que se hayan de celebrar este mismo año, o en los venideros, ya es hora de indicar qué hacíamos allí tantos miles de espectadores a flote. Entre ellos muchos centenares de santiagueses, veraneantes de temporada o dominicales, en la Playa de Compostela y en las restantes, más rústicas, del término de Villagarcía.

Nosotros acudimos desde el otro lado de la Ría con los de Rianxo, tras la “Manuela” y la “Josefina” que iban a regatear contra las lanchas de Villajuán, sus eternas rivales. Cuatro años seguidos había ganado la “Manuela” al “Carmelo”, en la prueba de doce remos. Pero en el verano pasado, no se presentó la “Manuela”, por luto del armador, y no se verificó esa regata. Los remeros de ella, sin embargo, participaron en la prueba de diez remos, tripulando la lancha “Norte”, y ganaron también a los marineros de Villajuán.

Este año, según se sabía en Rianxo, los de Villajuán se prepararon concienzudamente. Afilaron, desbastaron, hasta el máximo posible, al “Carmelo”, dejándolo ligero como un esquife. Y entrenaron a dos equipos de doce remeros, para escoger a los mejores.

Los de Rianxo fiados, a la antigua española, en la improvisación apenas se entrenaron, confiados en sus músculos y en que soplase el viento. Pero eran los doce de siempre, doce remeros maduros, experimentados, el más viejo y animoso de los cuales, José Galván, cuenta cincuenta años, y está dotado de tal fortaleza, que ya pertenece a la leyenda.

Un primero de año se hallaba en una taberna de Carril este pescador. Debió farolear un poco acerca de sus éxitos, pues se armó una trifulca enorme. José Galván estaba sólo, sin nadie más de Rianxo que lo defendiera. Tal tunda de remazos le pegaron, que le dejaron por muerto en la playa. Con la fresca, al amanecer, despertó José Galván; se apoderó de una gamela que vió cerca, y remando en un desesperado esfuerzo pudo atravesar el río, la desembocadura del Ulla. Ya en tierra siguió andando una legua hasta llegar a su casa, con dos o tres costillas rotas y otras graves lesiones. Lo curó Don Ramón Baltar y quedó listo para regatear de nuevo. La “Manuela” es propiedad de su padre, reman en ella dos hijos de él y la patronea su cuñado, Juanito el Caramelo.

Estos y otros detalles se comentaban en los graderíos flotantes, mientras no comenzaban las regatas de verdad, de barcos auténticos de pesca. Primero se alineó la “Josefina”, al lado de dos lanchas de diez remos de Villajuán. Tomó ventaja desde el principio una de éstas, muy corta y manejable, ventaja que aumentó por la gran rapidez con que viraba en las boyas. No obstante, en la última vuelta reaccionaron los muchachos de la “Josefina” y sólo perdieron por un largo, entrando tercera la otra lancha de Villajuán. La gente de Rianxo se lamentaba de que su joven tripulación no hubiese regateado en la “Norte”, la lancha triunfadora, con la tripulación veterana, en el verano pasado. Mientras tanto una mujer de Villajuán, vestida de encarnado, expresaba su gozo ante el triunfo de sus vecinos, bailando un zapateado, sobre un racú.

La danza y las lamentaciones poco duraron. Iba a iniciarse la apasionante regata en que culmina deportivamente el esfuerzo marinero de la mayor ría gallega. La “Manuela” y el “Carmelo” se van a disputar la honra de sus villas, una copa y seis mil pesetas. Suena el pistoletazo y marchan con viento de popa, hacia el Ramal las dos lanchas. Va un poco delante, ligero y nervioso, el “Carmelo”. Detrás serena y potente, la “Manuela”. Vira primero la de Villajuán, pero le come terreno, con el viento en contra, la “Manuela”, que más pesada resulta mejor marinera. Hace un viraje en poquísimo espacio, alrededor de la boya de la meta y parte ya delante otra vez hacia el Ramal. Cuando vuelven, se aprecia perfectamente la ventaja que trae la “Manuela”. Saca más de dos largos al “Carmelo”, cuyo patrón agita el pañuelo en ademán de protesta. Después nos enteramos que protestaba porque, según él, había tropezado la “Manuela” con la boya.

Nada más terminar la regata se inicia otra más espontánea, entre todas las motoras y los balandros de Rianxo, para ser los primeros en llevar la noticia del triunfo al pueblo. En Punta Fincheira les esperan decenas de rapaces, que al notar la señal de triunfo parten a toda velocidad para adelantar la noticia. Casi siempre llegan tarde, pues suelen avisar por teléfono la grata noticia. O, como ocurrió el año pasado, las regatas son transmitidas por Radio Pontevedra.

Este año había un silencio sospechoso. Mientras navegábamos hacia Rianxo, discutían en Villagarcía la protesta del patrón del “Carmelo”. Pero no se pudo negar la evidente superioridad de la “Manuela”, presenciada por miles de náuticos espectadores. La confirmación de la victoria no fue comunicada, y la villa de Rianxo, esperó esta vez sin mucho estruendo a los vencedores.

Hubo bombas, no obstante, cuando llegaron más tarde de lo normal. Y mostrando la copa, se fueron a la taberna donde habían encargado las empanadas, ganasen o perdiesen. Mientras esperaban a que le sirviesen la cena, cantaba la tripulación la copla que aquí va comiendo terreno a la “Rianxeira”:

Collín, collín, collín

na veiriña do mar

amoriños e rosas

non os podo olvidar.

Más tarde, a la madrugada, se celebró el deportivo rito de beber por la copa. Y las rondas de tinto duraron hasta el alba.

lunes, 30 de noviembre de 2009

DE LAS MENINAS AL ZURULLO

Máximo Sar


Las noticias sobre la basura, secuela del consumismo desaforado, aparecen en los medios de comunicación, con cierto disimulo, quizá porque huelen mal y por tratarse de un pecado de todos y cada uno de nosotros. Hace muy poco, por mi periódico, me enteré de que en el Océano Índico, en una zona de corrientes giratorias, se ha formado una isla inmensa de desechos humanos, principalmente cosas de plástico; el cronista de la noticia manifestaba que incluso vieron una nevera flotando, que contenía alimentos, entre infinidad de objetos domésticos.

No es el único caso, pues últimamente leí un reportaje que daba noticia de un fenómeno similar en el Pacífico norte, que alcanzaba un tamaño superior al de España, de cuyo estudio se viene ocupando un equipo de científicos, que próximamente recibirán la visita de un descendiente de la rica familia Rostchill, constructor de un barco con material reciclado: botellas, latas y otros desperdicios, con lo que consiguió algo que flotaba.”Ten cuidado-le dijo un navegante conocedor del paraje—no te vayas a meter en aquella sopa de manera que después no puedas salir”. Recojo esta frase porque nos da buena idea de como maltratamos los mares, nuestra gran despensa.

Mucho más cerca, en puertos importantes del litoral gallego, se procedió a un dragado –creo que por imposición de la UE—y entre máquinas y submarinistas extrajeron toneladas de toda clase de objetos viejos, arrojados al basurero del mar. Y lo mismo podemos decir de nuestros ríos, algunos muy contaminados. Creo que se deberían formar brigadas de voluntarios o de parados para realizar labores de limpieza, como hacen en Pontevedra con el arroyo de Os Gafos.

Los artistas plásticos, siempre detrás de lo singular y original, convirtieron en materia estética lo que en principio parecía misión imposible y en esto fue pionero nuestro viejo amigo, Manuel Aramburu, autor de preciosos cuadros, que tenían por inspiración los materiales de desguace. Él se iba a uno de estos talleres y, ante una montaña de trozos de hierros retorcidos, descubría rincones y hacinamientos que, con su sensibilidad, convertía en maravillosos óleos.

Los hombres de Altamira pintaron sobre las rocas de las cuevas en que vivían; pero, al cabo de muchos siglos, alguien descubrió que era mejor pintar sobre un lienzo, montado en un bastidor, al que se le ponía un marco y luego se colgaba en la pared del salón, para decorar. Fue una forma de expresión en dos dimensiones, que llegó a alcanzar cotas inefables, como Las Meninas, por ejemplo. Volviendo a nuestros días, brotaron por ahí grupos rebeldes, que pretendieron crear arte en tres dimensiones –aparte la tradicional escultura, tan antigua—y de esta manera llenaron las salas de exposiciones de basura y cosas extrañas; eran tipos que decían sentirse asfixiados haciendo marinas, floreros, niñitos con rizos y así, y semejante locura la contagiaron a sesudos críticos, que hallaron tesoros de belleza en platos rebosantes de materia fecal, que calificaban como “simbología sincrética de lo galáctico eterno”, cuando no se trataba de un basto zurullo ornado con un lacito, que se vendía al módico precio de 5.000 €.

Hay más cosas: leí una revista cultural que dedicaba varias páginas al “Land Art”, nacido en EEUU, una de cuyas ilustraciones mostraba 10 montículos de arena, alineados a lo largo de la sala, con lo que se intenta la “desmaterialización de la obra de arte”.¡Menudo museo de tan moderno parto tenemos nosotros en las milenarias dunas de Corrubedo!.

De todas formas, persiste la pintura tradicional; eso sí, muy entreverada de extravagancias, pues aún se topa uno con lienzos emborronados a brochazos, o con unas rayas en aspa, o un único puntito azul en el medio o una simple tablilla, sin nada, pero si con la etiqueta del precio, nueve mil euros, muy barato como cuadro, pero una estafa como madera.

Contra esta legión de advenedizos, cuentistas y engañabobos que nos asedia, se acaba de producir ¡al fin! un movimiento que se denomina “Hartismo” y que quiere decir ¡basta ya! a tanta bazofia, que ya está bien de tomarle el pelo a la gente.

Haciendo un resumen de todo lo expuesto, diré que el panorama de nuestro tiempo es altamente contradictorio. Hemos acumulado grandiosas novedades en el conocimiento del espacio y, bajando al suelo, se vienen produciendo frecuentes descubrimientos, de tipo científico y técnico, que nos prometen un Paraíso terrenal a corto plazo. Y todo este maravilloso presente y porvenir florece rodeado de mierda por todas partes, acumulada en valles y montañas, suburbios de ciudades, océanos y ríos... ¿Y saben ustedes que alrededor de la Tierra gira un anillo de restos metálicos, de todos los tamaños, en cantidad incontable que ya viene preocupando a los sectores responsables?..Pues sí, gracias a nuestra admirable ingeniería, ya contamos con una corona de basura metálica en el camino de las estrellas.

Cuando pasados unos siglos, si entonces aún queda algo vivo y pensante, esta época, que no sabemos cuándo rematará, será conocido como Era Cacazoica o Era Escatológica, con toda razón.

sábado, 28 de noviembre de 2009

COMOXO EN CARBALLIÑO


De cando en vez, Comoxo gusta de visitar o pobo de Carballiño, por dous motivos concretos: para recordar a súa nenez, cando acompañaba a súa nai a tomar as augas ao balneario; e para tomar o pulpo á feira, que tan ben preparan alí.

Os recordos amontóanselle cando pasea polas súas rúas e prazas: a pensión onde paraba, propiedade da señora Paca, e o cine, que xa non existen; aqueles días de feira que había nunha praciña preto da pensión, onde por primeira vez escoitou a un cego contando historias arrepiantes, acompañado dunha vella zanfona, que supostamente ocorreran na comarca, e que ao tempo vendía impresas en papel; o quiosco a onde ía comprar os TBOs, especialmente os de Roberto Alcázar e Pedrín, que, curiosamente e despois de tantos anos, aínda segue no mesmo portal de antano, nunha casa da rúa Principal.

Hoxe todo cambiou, e ata as estradas non son as mesmas... A Carballiño agora non só se debe ir a tomar as augas ao balneario, agora o que hai que ir é a tomar o pulpo e unha botella de viño tinto, tal como fai Comoxo.

jueves, 26 de noviembre de 2009

PERLAS DE LA TELEVISIÓN GALLEGA

Máximo Sar

En la TVG nos han dado y siguen dándonos algunos programas excelentes, como “Pratos Combinados”, en un pasado reciente, que me hizo gozar lo indecible, con aquel par de actorazos --Miro y Balbina—y los demás actores, que no voy a mencionar porque fueron muchísimos y todos, sin ninguna excepción, bordaron sus respectivos roles, dentro de unos guiones, modelos de gracia enxebre, que me hicieron pasar ratos inefables. Añoro esta serie y sugeriría, a quien corresponda, volver a este estilo, con nuevas líneas argumentales, naturalmente.

El éxito que acompañó a este serial, en su larga andadura, se debió principalmente, al talento de José Cermeño Baraja, que fue autor, director de proyecto y guionista—además de poseer un brillante historial como periodista y escritor—y que ahora vuelve a estar detrás de otro producto muy logrado, titulado “Larpeiros”, que tiene por marco un precioso pazo redondelano –que está en venta--, donde un reducido grupo de amigos degusta menús muy nuestros, tradicionales y sin sofisticaciones. El cocinero, Benigno Campos, era un oficinista con aficiones gastronómicas y actúa asistido de Lola, de Moaña, y de otros, singularmente de un periodista deportivo, Tomás Alonso, que siempre acompañado de un capacho para traer la compra, nos depara una amena sección documental mostrándonos granjas, donde se crían animalitos para su sacrificio y venta, o zonas de la Ría, filmadas desde embarcaciones dedicadas a la pesca de la nécora, pulpo, etc., de modo que el televidente se entera de curiosos detalles y contempla preciosos paisajes del litoral. El remate de la larpeirada, consiste en la interpretación de una breve y bien elegida canción folklórica, a cargo de Benigno y Lola.

“Libro de Familia”es otro interesante serial, poducido por José María Besteiro y por la División Audiovisual del Grupo Correo Gallego. Es, nada menos, que la primera serie de una comunidad autónoma emitida, o que se va a emitir en EEUU, por el canal VME que está presente en 39 estaciones de TV afiliadas, que llegan a 65 millones de hogares.

Como se trata de un culebrón, del que se llevan emitidos más de 100 capítulos, no es mi propósito citar a los actores y actrices que intervienen en “Libro de Familia”;pero si quiero asegurar que todos poseen una evidente profesionalidad, actúan con facilidad y naturalidad ante las cámaras y yo me pregunto de dónde salió y cómo se formó tan notable generación de artistas, en una Galicia que ,hace relativamente pocos años, era rural y agrícola y la misma consideración podríamos hacer con relación a otras actividades, como la Moda, de la que contamos con referentes que están a nivel mundial, o la alta Peluquería. Todo esto y mucho más, allá por los años 50 ,era absolutamente impensable, a nadie se le ocurriría que entre nosotros pudiesen surgir posibilidades comerciales o industriales, tan especiales y de tanta trascendencia.

Bueno, pues en “Libro de Familia” se retrata a una sociedad rural hipócrita y plagada de prejuicios, donde los Cabana, Lamela y Freire pelean entre si, a veces suciamente, para obtener la primacía en el pueblo de Santalla, que, por cierto, cuenta con un cura absolutamente preconciliar y una irreductible beata, que a mi me hacen mucha gracia, todo en un ambiente que parece el de la década de los 70.Aunque a mi particularmente no me agraden estos dramas, donde a veces, como en la vida misma, surgen la violencia física y moral, no por ello dejo de reconocer los méritos de “Libro de Familia”que cuenta con una considerable audiencia y muy fieles seguidores.

Otro programa de la noche dominical es “Doa doa”, en el que, de forma ágil, se salta de personaje a personaje, masculino o femenino, para que cada uno nos dé referencias de sus tiempos jóvenes.

Para mi tiene el valor añadido de ver en la pantalla a veteranos amigos, ya un tanto cargados de años, como Avelino Pousa Antelo, Dourado Deira, Xesús Santos y otros, que nos cuentan antiguas experiencias, a veces de un modo muy personal. Como pasó cuando se trataba de la instalación del alumbrado eléctrico, que ese día debía de estar inspirado el citado amigo y poeta Santos, al explicar vivamente que un año, que ya no recordaba, siendo mozo, al dirigirse al Corral de Abaixo, en Asados-Rianxo, donde tiene su domicilio, a varios metros de altura se produjo una explosión luminosa que le hizo pensar en un meteorito, o algo relacionado con los marcianos. Yo lo escuchaba extasiado, hasta que mi buen amigo aclaró que había tenido un momento de desconcierto, los segundos que tardó en percatarse que, precisamente aquella noche, se estrenaba la luz eléctrica en su aldea.

domingo, 22 de noviembre de 2009

NOVAS SOBRE O ASALTO Á REITORAL DE ABANQUEIRO (Boiro) NOS COMEZOS DA GUERRA CIVIL (e II)

Por Xosé Comoxo e Xesús Santos

A José Manuel Romero, con agarimo. Esperamos non telo molestado por nomear neste traballo a uns familiares seus, e tan queridos por el.

"(...) después de un nutrido tiroteo, entraron en la casa rectoral de Abanqueiro, que registraron, saquearon y causaron todo género de perturbaciones. Sus ocupantes fueron objeto de malos tratos, hasta el extremo de que una hermana del párroco quiso tirarse por una ventana. Quedó solo el párroco, que fue objeto de toda clase de vejámenes".


A irmá do crego de Abanqueiro, Francisca Davila, solteira, cando foi interrogada polos sucesos do asalto á reitoral, nos comezos da guerra civil, manifesta que cando as turbas asaltaron a casa, ao chegaren, saíu á ventá "a decirles que se calmasen y viniesen con orden que ella les saldría a abrir la puerta, que entre tanto se destacó del Grupo Cándido Hermo que le dijo a la dicente que si no habría enseguida la puerta ya caía allí mismo (...) Que al ir la dicente a abrir la puerta miró antes por la cerradura viendo a dos desconocidos apuntando a la puerta y al decir uno al otro "dispara" la dicente se tiró por una ventana..."

Pola súa parte, Francisco Silva Piñeiro, canteiro, de 43 anos, natural de Abanqueiro, declara coñecer a Cándido Hermo, un dos principais implicados, e que:

"A eso de la media tarde pasó por la carretera, que está a unos cien metros de la casa, un camión conduciendo individuos con armas, que de estos, se apearon unos cuantos en un monte próximo a dicha casa, distante unos cien metros, llamado monte Seán, o mejor dicho todos los individuos que iban en el coche, se apearon en dicho monte, cuyo coche se veía donde estaba el que declara. Que entre la casa de Cándido Hermo en que trabaja el que declara y la del Sr. Cura de Abanqueiro hay una distancia de quinientos metros. Que a poco tiempo de esto, es decir, que calcula que tenía el tiempo necesario para llegar a la casa del Sr. Cura, oyó detonaciones de arma de fuego, en cuyo momento se marchó a la casa donde trabajaba, escondiéndose en unos tojales..."

O principal encausado polo delito de rebelión militar será o citado Cándido Hermo, solteiro, labrador, de Boiro, "este individuo es peligroso, siempre se acompañaba de los sujetos más significados que había en esta localidad". Sobre el, podemos ler o seguinte:

"Resultando que el procesado paisano Cándido Hermo Outeiral, de ideología marxista, al iniciarse el movimiento Nacional plenamente identificado con la causa rebelde y con el propósito de colaborar en la misma se unió voluntariamente a un grupo numeroso armado y provistado de una escopeta concurrió con aquel al asalto de la casa rectoral del Sr. Cura Párroco de Abanqueiro y al llegar allí apuntó con el arma que portaba a la hermana de aquel, coadyuvando con los demás en las violencias para que se abriese la puerta que una vez franqueada proporcionó paso a los revoltosos para registrarle la casa del Sr. Cura al que requisaron un arma como asi mismo dinero"


De pouco lle valeu a defensa que del fixo o capitán de Enxeñeiros, José Cancelo Paz, defensor de Cándido, quen dixo:

"Encontrándose mi defendido en compañía de los ya nombrados, oyeron una voz que decía: "Ahí vienen" refiriéndose a los socialistas. En efecto: al oirse esta voz, como voz de alarma para los ciudadanos pacíficos, se escondieron para no ser vistos, al igual que los polluelos se esconden debajo de la gallina al divisar al Gavilán. En este momento, pasó por la carretera de Boiro, un camión, portador de gente de la más baja calaña, de podredumbre, pudieramos decir; de seres convertidos en alimañas; algunos de los ocupantes de dicho camión, posiblemente iban obligados, haciéndolos responsables de sus fechorías, de sus instintos salvajes, como si en efecto lo fuesen. Pronto se enteraron de que se habían dirijido a Abanqueiro, para apoderarse de las armas que tuviese el Sr. Cura de dicha parroquia y de lo que encontrasen a mano..." (...)
Nos hallamos ante un hecho que no es frecuente. Para tranquilidad de la conciencia y por la merecida reputación de la Justicia Militar, es necesario se estudie detenidamente este caso que no considero lo suficiente claro para juzgar un delito, por el cual se pide una pena tan dura..."
(...)
Estos hombres no son esos cerriles, que una vez envenenados por la canalla marxista hacen cuanto se le ordena y viene en gana sin reparar en meditar. Estos no son los borregos a que aludía en mi anterior defensa; estos son víctimas de los atropellos salvajes del marxismo; víctimas si, porque dirigiéndose a sus faenas agrícolas, han tenido la desgracia de encontrarse con ese camión cargado de tigres que les echaron la zarpa obligándoles a que se sumasen a ellos. Lo que a estos desgraciados les ha ocurrido podría igualmente ocurrirnos a todos los que nos encontramos en este Estado..."


Do delito de rebelión será responsable "en concepto de autor" o citado Hermo. Foi condenado o 14 de decembro de 1937, en Santiago, a reclusión perpetua, que logo lle será conmutada pola de sete anos de prisión maior. Saíu en liberdade o 29 de xuño de 1941.

Do delito de "auxilio a la rebelión militar" os procesados Andrés Vilanova García, Luciano Vázquez Somoza (a Marreiro) e José María Lorenzo Mirón (a Roxo), tamén de ideas marxistas, serán condenados a doce anos e un día de reclusión temporal, logo cambiada por tres anos e un mes de prisión menor. Foron encarcerados na Prisión Central de Astorga.

Nas declaracións diante do xuíz, un dos encausados, José María Lorenzo Mirón ("Roxo") alude a que logo de vir dunha leira, ao pasar pola Ponte Brea, José Saavedra (presidente do sindicato das minas de Lousame) ordenoulle montar nun camión que estaba alí estacionado, con dirección a Boiro, como se negou "le obligaron a hacerlo el mencionado José Saavedra, Ricardo Vilas y un zapatero llamado Francisco (a) "Chiquelo", los tres sin armas. Al llegar a Boiro le entregaron una escopeta y siguieron en el repetido coche hasta el monte del Seán, en donde se apearon y al negarse el declarante a continuar con el grupo el Ricardo Vilas le dio una bofetada diciéndole que si no seguía con ellos lo mataban. Al llegar a la rectoral oyó los disparos que se hicieron no pudiendo precisar quien los hizo (...) Que después tomó el camión en el monte y al llegar a Boiro le recogieron la escopeta y se marchó a su casa"

O 20 de xullo de 1937, o xuíz instrutor Andrés Benítez Guerra, solicita do comandante do posto da Garda Civil de Boiro, José Sánchez Castro, os antecedentes e participación que puideran ter nos sucesos en cuestión os paisanos Ricardo Vilas, José Saavedra, Francisco Tubío Vicente (a "Chiquelo"), Nicolás Pérez, Vicente Silva e Antonio Martínez Ferreirós, todos eles desaparecidos dos seus domicilios a principios do Glorioso Movemento, "ignorándose sus paraderos, a excepción del Antonio Martínez, que según rumores fue detenido en Noya por aquella fecha, siendo todos ellos de pésimos antecedentes y destacados elementos marxistas; el Ricardo Vilas fue uno de los dirigentes de los grupos de registros de domicilios, interviniendo en la voladura del puente Beluso; José Saavedra García era presidente del sindicato de las minas de Lousame y dirigente de la voladura del mencionado puente; Francisco Tubío Vicente (a "Chiquelo") escopetero, dinamitero, autor de disparos a la fuerza del Ejército a la entrada en esta localidad, elemento peligroso y de acción, Nicolás Pérez Piñeiro, escopetero destacado, actuando en registros de domicilios, Vicente Silva Somoza, actuó de dirigente de los grupos que se dedicaban al registro de domicilios y recogida de armas y Antonio Martínez Ferreirós actuó como uno de los elementos de acción como escopetero y pistolero" (este último andivo agachado ata o mes de xuño de 1946, "en que se presentó voluntario a las Autoridades").

Os procesados deberán de comparecer ante o xuíz instrutor nun prazo de 48 horas, "bajo apercibimiento de que no haciéndolo serán declarados rebeldes", segundo requisitoria datada o 4 de agosto de 1937.

O 19 de agosto, o xuíz instrutor, visto que os procesados non foran "habidos a pesar de las gestiones practicadas, ni hayan comparecido" e que, publicada a requisitoria no BOE (con data 13 de agosto de 1937), non compareceran "a pesar de haber cumplido el término que en dicha requisitoria se le marcaba para que compareciera", decreta a rebeldía de todos "interesando su busca y captura en todo tiempo".

O auditor de guerra, o 23 de novembro, aproba un "auto de procesamento y rebeldía" dos citados, "suspendiéndose el curso de estas actuaciones contra los mismos hasta que se presenten o sean habidos".

miércoles, 18 de noviembre de 2009

CASTELAO ANTE EL MICRÓFONO (setiembre, 1936)


LA LUCHA POR LAS LIBERTADES REPUBLICANAS
EL FEDERALISMO HISPÁNICO


"Nuestro ilustre amigo el diputado gallego señor Castelao, a través de las emisoras de la Generalidad, ha dirigido al pueblo catalán la siguiente vibrante alocución:

«Salud, catalanes:
Va a hablaros un hombre siempre optimista, que soñó con ver realizado en Galicia un ensayo de paraíso terrenal: espejo de paz, de libertad, de trabajo y de justicia, en el que pudieran mirarse otros pueblos hispánicos. Os habla un hombre impregnado de dolor, que no sería capaz de disponer de la vida de los demás; pero que dispone de la suya y la ofrendaría alegremente si con el sacrificio de su vida cesara esta matanza de hombres que está ensangrentando el suelo de toda España. Va a hablaros un hombre que siempre ha sido antimilitarista, porque tiene sus ideas enraizadas con sentimientos de humanidad, y que sólo acepta la guerra como precio de una paz perdurable. Va a hablaros un hombre que quemó poco a poco, inútilmente, sus instintos animales, para buscar un camino de perfección, y que hoy desearía sentirlos encendidos y aguzados de ferocidad para vengar a los muertos de su país, asesinados por la canalla fascista. Tengo el dolor que cualquier hombre pueda sentir en el momento de ver truncadas sus mejores ilusiones; pero yo os digo que tengo fe en mi Galicia mártir, porque los martirios pasados crean nuevas energías para la lucha, y yo sé que mi tierra será un baluarte inexpugnable del nuevo Estado republicano, del Estado que esta guerra civil se encargará de crear.

Esta guerra se encargará de abolir un pasado ignominioso, que no nos ha dejado más que desilusiones de vida, sin saber siquiera cuál fue su mejor propósito, y toda la sangre, todo el fuego y todo el hierro de la lucha que estamos presenciando ha de servir para alumbrar, purificar y mantener una nueva concepción de vida, en la que se asiente una nueva concepción del Estado. Estamos, pues, asistiendo a la violencia sangrienta y dolorosa de un parto, que había de ser feliz alumbramiento de una nueva España.

Quisiera presentarme ante vosotros, que sois la flor del heroísmo, como representante de un pueblo victorioso; pero sólo soy en este momento el representante de un pueblo mártir. Mártir, pero no vencido. Traigo la esperanza de que al final de esta guerra, cuando la Castilla fascista se derrumbe, mi Galicia aparecerá erguida, con los puños en alto, buscando a Cataluña y Euzcadi, para gritarles desde lejos: ¡Presente! Y si al final de la contienda no oyeseis la voz fraternal de mi patria, pensad que allí sólo han quedado los viejos, los niños y las mujeres. Y aun así, no tardaríais en oír la voz de mi patria resucitada, porque fuera de Galicia quedan muchos gallegos dispuestos a cumplir la voluntad de nuestros mártires. En esta hora, todos los gallegos del mundo estamos poseídos de una misma obsesión: la de vengar a nuestros muertos.

Si nuestros mártires no han podido ser héroes, se debe a que una política irracional los entregó maniatados; pero en este momento no sería oportuno mirar hacia atrás, porque el pasado no puede robarnos la acción y el pensamiento para construir el futuro. Sólo os diré, catalanes victoriosos, que los gallegos están luchando por la libertad, en todos los frentes, porque dondequiera que un gallego luche por las libertades republicanas está defendiendo la existencia de su Galicia y el bienestar de su tierra.

Yo no puedo forjarme ilusiones acerca del éxito de aquellos hermanos que luchan todavía en los montes de Galicia, porque sé que no tienen armas para una acción eficaz y decisiva; pero son héroes. ¡Son héroes! Y ahora, permitidme que me enorgullezca de ser gallego, porque en esta guerra, como en todas, resalta nuestro amor a la libertad. Si el Gobierno de la República dispone do una marina de guerra, se debe a la lealtad de los gallegos. Visitad el «Jaime», el «Libertad», el «Méndez Núfiez» y todos los destroyers y submarinos, y advertiréis que la inmensa mayoría de sus dotaciones hablan la dulce lengua de mi país. ¿Y en tierra? En tierra hay miles de gallegos luchando denodadamente en todas partes. Si vais a Asturias, veréis un contingente extraordinario de mineros gallegos. Si visitáis el frente del Guadarrama y Somosierra, advertiréis la presencia de mis paisanos, obreros, funcionarios o estudiantes, residentes en Madrid. Si presenciasteis el asalto heroico del hotel Cristina de San Sebastián, veríais que aquellos héroes eran los marineros gallegos de Trincherpe. Y a vosotros, catalanes heroicos, bastará recordaros que la compañía de guardias de asalto número 19, que tan valientemente luchó en Atarazanas, se componía de gallegos. No puede negarse nuestra contribución al heroísmo de todos los pueblos de España. Y siendo así, ¿puede considerarse a Galicia como una patria vencida? Las ideas de nuestros muertos florecerán en la nueva Galicia que todos los gallegos del mundo sabremos construir.

Yo soy de un pueblo que siguió la marcha del sol y quedó detenido muchos siglos por el mar tenebroso, para templar su alma frente a la inmensidad y al infinito: así nos nació el ansia de conocer mundos y así se enraizaron en el Finisterre hispánico todos nuestros sentimientos de patria. Mi tierra dio un Prisciliano para que la sangre de su martirio fuera el germen de la Reforma. Mi pueblo hizo la primera revolución de carácter social en Europa, adelantándose en cuatro siglos a las aspiraciones de Andalucía y de Extremadura. Mi pueblo... ¿para qué recordarlo? fué siempre amante de las ideas progresivas.
Muchos españoles consideran a los gallegos como hombres aferrados a la tradición; pero nuestra tradición no está en el pasado ni es aquella serie de hechos históricos interpuestos que adoran los tradicionalistas españoles, sino la eternidad misma que vive en el fondo de nuestros instintos. Yo os digo que con nuestro amor a las ideas generosas, que con nuestro genio universalista, que con nuestra fe en los destinos históricos de la patria, que con nuestro sentido trascendente de la vida y de la muerte, que con nuestro sentido de la tradición instintiva y de la solidaridad humana, haremos de nuestra tierra uno de los pocos paraísos que aun pueden surgir en Europa.

¿Quién podría impedirlo? ¿Acaso el triunfo de los facciosos? ¡Imposible!

Ellos son los patrioteros de todos los desastres, para quienes la patria es una simple abstracción modificada o quizá una bolita que les han metido en la cabeza cuando eran niños.

Ellos son los católicos que se contentaban en poner en la puerta de la casa una imagen del buen Jesús, estampada en hoja de lata, para vivir dentro del hogar en contubernio con los siete pecados capitales.

Ellos son los adoradores del tanto por ciento, que tenían como templo una tienda de dinero en comisión para vender duros a siete pesetas, y que pomposamente llamaban bancos.

Ellos son los terratenientes codiciosos y miserables que dejaban morir de hambre a sus trabajadores entre verdaderos mares de pan.

Y frente a los facciosos, que representan lo que hay de más viejo, de más negro, de más podrido en España, se alza todo el pueblo con los puños crispados y dispuestos a vencer o morir.

La guerra está ganada, de antemano, y dentro del Estado federal que todos prevemos, mi Galicia se presentará dignamente para decir su palabra.
Catalanes: ¡Salud!»

(La Vanguardia, 24-9-1936)

martes, 17 de noviembre de 2009

ASALTO Á REITORAL DE ABANQUEIRO NOS COMEZOS DA GUERRA CIVIL (I)


Por Xosé Comoxo e Xesús Santos



A José Manuel Romero, noso amigo e seguidor, que coñece ben as terras de Abanqueiro.




O nome de Francisco Tubío Vicente "a Chiquelo" (que será paseado no monte do Castro), mozo de Rianxo, con residencia en Bealo-Boiro desde que casara naquela parroquia, aparece como un dos integrantes dun camión que saíu da zona de Beluso, o día 22 de xullo de 1936, cargado de mozos armados, coa intención de asaltar a reitoral de Abanqueiro (polas aldeas do Concello de Boiro, dicíase que os socialistas andaban a recrutar homes "para llevarlos al frente"). Entre outros que tamén ían no citado camión están José Saavedra, que parecía levar a voz cantante, Alejandro "do Saltiño", Luciano Vázquez, Manuel "de León", un tal Nicolás, Vicente Silva, Antonio Martínez Ferreirós e Ricardo Vilas.


O crego de Abanqueiro, Don Manuel Davila García, denuncia o asalto meses despois de acontecer. Segundo el, presentáranse na súa casa, un grupo de homes armados "llamando violentamente a la puerta, y como tardaron en abrir para dar tiempo a que su hermano (político) Benigno Toucedo que se hallaba refugiado en casa por ser de ideas fascistas (...) haciendo la turba varios disparos de los que resultó herido (...) al ver que no le abría empezaron a dar voces de (poner) bombas que derribamos el edificio, entonces se asomó a la ventana su hermana Francisca y en el momento se destacó del grupo Cándido Hermo Outeiral, vecino de Boiro, apuntándole con una escopeta le dijo que echara la llave sino que ya caía allí mismo..."


Os nomes dos asaltantes son delatados por unhas veciñas, que foran interrogadas ao efecto: Luisa e Carmen Ordóñez Silva. Viran a un grupo de mozos cando se acercaron á "playa para pasar por junto dellos que es el camino que hay pero con el único objeto de enterarse de lo que ocurría, al llegar junto al edificio de dicho Señor vieron a muchos hombres armados, reconociendo entre ellos a Cándido Hermo, Luciano (a Marreiro), Andrés Vilanova y un tal R. de Camba, diciéndole al Andrés que para qué hacía aquellas cosas, contestándole que andaban defendiendo el pan de los pobres". A partir de aí comezarán outros interrogatorios, esta vez contra os mozos citados e outros.


Un deles, Andrés Vilanova García, veciño de Nine-Cespón, mariñeiro de 29 anos, declara:

"Que el 22 de julio de 1936 se hallaba en Cespón con varios compañeros y le dijo José Saavedra, que era el que los dirigía, que montase en el camión que venían a Boiro por gasolina, al llegar a dicho pueblo y despues de provistarse de esencia, montaron otro grupo armado y arrancaron para Abanqueiro, y al llegar a este pueblo se apearon e inmediatamente rodearon la casa del Señor Cura, reconociendo entre los que iban en el grupo a un tal Alejandro del Saltiño, a José María Lorenzo (a Roxo), a Luciano Vázquez y Manuel de León, vecino de Treites (Boiro). (...) de qué clase de arma iba provisto y si sabe quién hizo los disparos en casa del Señor Cura: dice que de Boiro salió sin ninguna y en Abanqueiro le entregaron una escopeta, los disparos los oyó pero ignora quién los hizo, porque se quedó en el camino y no penetró en la finca que fue donde aquellos tuvieron lugar. (...) Preguntado diga qué hizo del arma que le entregaron, manifiesta que desde el referido Abanqueiro vinieron a Boiro y la entregó en el Ayuntamiento".